Una de mis oraciones favoritas, más poderosas que me han ayudado en mi proceso de transformación y de cambio personal, que ha sido un regalo de generación tras generación, en cualquier parte del mundo, es la oración de la serenidad:
“Dios, concédeme la SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
VALOR para cambiar las que sí puedo
y SABIDURÍA para distinguir la diferencia”.
Son valores, virtudes, que encierran un conocimiento impresionante acerca de la postura de la acción y de la espera que debo de tener en el proceso de desarrollo humano.
En este video quiero hablar de una de las características que aborda la oración de la serenidad y es la característica del valor. Valor para cambiar aquello que sí puedo cambiar.
¿Qué se requiere en el desarrollo humano, en el crecimiento personal, en el impacto social, en el nutrimiento de los hijos, en el cuidado de la familia y qué se requiere en general en la vida para atreverme a seguir mis sueños, para atreverme a ser una mejor persona, para atreverme a verme a mí, como soy, tal cual como soy? La palabra y la respuesta es valor.
Valor que no es una ausencia de miedo, que no es una imprudencia ante las situaciones, no es ser kamikaze ante la vida ni ser valeroso “valentonado” sin mencionar las consecuencias que puede generar mis decisiones, lo que haga o lo que deje de hacer. El valor tiene que ver con una serie de herramientas y elementos internos que me construyen la capacidad y la confianza interna para enfrentar las cosas que tengo que enfrentar, para aceptar lo que tengo que aceptar y madurar en un proceso de cambio y transformación y mejora, todo el tiempo.
Pensando siempre en que no va a ser fácil y que va a requerir de todo mi esfuerzo, en que va a ser de subida. En verdad crecer, vivir y ser feliz es duro, es difícil y es el resultado de trabajo, no es el resultado de buena suerte, buena estrella o buen código postal. Tiene que ver directamente con tu capacidad de armarte de valor y de hacer lo que tienes que hacer cuando no quieres hacerlo. Justamente el valor sale en el momento en que menos quiero hacerlo y es ahí donde debo de tomar esa determinación.
El valor proviene de una decisión personal y de una determinación a lograr las cosas que quiero lograr y a ponderar aquello que es prioritario mi vida, aquello que es importante para mí.
El otro día en una conferencia me tocó escuchar a alguien hacer una analogía que me pareció fantástica para entender cómo la motivación tiene que ver con el tema del valor y cómo la motivación tiene que ver con la determinación.
Qué pasaría si yo pusiera una viga de 10 centímetros de ancho y te dijera que pasaras por esta viga en el piso y te dijera que te doy $100 por pasarla caminando. $100 por caminar en una viga en el piso, de 10 centímetros de ancho y 5 metros de largo. Es fácil, ¿no? Bastante sencillo. ¿Te daría miedo hacerlo? Probablemente no. $100 pueden ser una gran motivación.
Qué pasaría si pusiera la misma viga a 100 metros de altura entre dos edificios. La misma viga, los mismos 10 centímetros de ancho y $100. ¿Lo harías? Probablemente no, es demasiado el riesgo que se toma como para poder aceptarlo. A lo mejor si te digo $1000 te podrían interesar, 300 dólares te podrían interesar. Probablemente haya alguno que diga “bueno, por 300 dólares a lo mejor sí me atrevo”. Y eso es un tema de motivación.
Pero qué pasaría si te dijera que del otro lado del edificio donde tú estás, está una persona que amas, tu hijo, tu hija, está tu esposa en una situación de peligro y necesita ser rescatada. ¿Te atreverías a hacerlo? ¿Dispondrías del valor necesario para hacerlo?
Tendrías clara la determinación para cruzar por esa viga, arriesgar tu propia vida por algo más importante que tú, por algo más valioso que tú, por algo que es para ti importante, que es para ti sagrado, que es para ti significativo.
El valor tiene que ver con la determinación. Y la determinación tiene que ver con una decisión personal de perseguir ambiciones amplias, sueños grandes, deseos genuinos, enormes, sanos que me hacen ser una mejor persona. Que estoy determinado a llegar a ese lugar a pesar de lo que sea, no voy a permitir que nadie se ponga en mi camino para lograr eso que quiero lograr.
¿Cuál es el valor que rige mi vida? Para mí, en el camino que he andado, de donde yo vengo, yo no tengo alternativa: yo necesito ser feliz, yo necesito disfrutar la vida. Si yo no soy feliz y disfruto la vida, me muero espiritualmente, me muero emocionalmente, me hago daño, hago daño a los demás, soy una mala persona. Yo necesito estar conectado con la vida y estoy decidido, determinado, a ser feliz a toda costa, nadie me lo puede impedir.
¿Qué pasos tengo que seguir para lograrlo?
· Me tengo que levantar temprano.
· Me tengo que disciplinar.
· Tengo que cuidar lo que como.
· Tengo que ser responsable en mis compromisos y acuerdos.
· Necesito generar una forma de vida.
· Necesito estudiar muchísimo.
· Necesito trabajar.
· Necesito hacer ejercicio.
Tengo que hacer un montón de cosas para las que se requiere determinación. “Quiero eso, estoy dispuesto a ir por ello”. Lo que motiva la determinación es el coraje, es la pasión, es la garra, el temple, eso que le ponemos a las cosas para que las cosas sucedan.
Tienes que evaluar si en tu vida está o no está presente esa pasión. Si no está, dónde quedó, qué fue lo que pasó, en qué parte de tu vida esa pasión, esa energía, esa vibración de querer lograr cosas grandes en tu vida se perdió. En qué momento se vio coartada o se vio frustrada. Esa energía hay que recuperarla porque el valor se impulsa del coraje.
Ese coraje está conectado internamente contigo con una sensación de ganar. Todos los seres humanos tenemos en el interior, en nuestro corazón, un deseo genuino de triunfar y progresar, de ampliarnos. Los retos nos gustan, no por lo que implica enfrentarlos, sino porque nos gusta salir victoriosos, tú quieres ganar en esta vida. Quieres ganar en la carrera de ser padre de familia, quieres ganar tu carrera de ser una persona sana e íntegra, quieres ganarle la carrera al tiempo, quieres llegar a un estado de vejez digno donde puedas comer, mover, puedas disfrutar; que la gente quiere estar contigo. No en un estado de vejez donde no puedas hacer nada y la gente no quiera estar contigo porque eres una carga para todos los demás.
El valor que se requiere en la vida no es simplemente una decisión personal corta, es una determinación profunda en tu identidad y es tener claro cuáles son tus prioridades. Para mí, mis prioridades tienen que ver con mi salud y mi integridad, mi maduración, es decir hasta dónde puedo estirarme e intentar vivir a la altura de los valores que quiero vivir (aunque sepa que soy imperfecto, que no vivo a esa altura, que estoy lejos de estar cerca de ser un persona madura al 100%).
Sin embargo, soy una persona responsable y tengo el valor de dar la cara ante las cosas que tengo que hacer, el valor de enfrentar la vida, el valor siempre seguido de la determinación y acompañado del coraje, la pasión, la garra, el temple, las ganas de hacer las cosas y de echarnos para adelante.
Somos una cultura, México y Latinoamérica en general, en que estamos llenos de pasión y eso es nuestra gran aportación al universo. La “chispa latina” que somos capaces de inyectarle a todo lo que hace occidente, oriente y otras regiones del mundo. Tenemos esa cualidad de ponerle el chispa al fuego y candela a las cosas.
Es importante que lo hagas en las cosas que son relevantes en tu vida y que entiendas que el miedo siempre va a estar ahí. El miedo siempre va a estar presente, pero puede ser un gran aliado. Puede ser alguien que nos ayude a entender dónde hay peligro, qué hay que evitar, de qué te tienes que cuidar, pero sobre todo el miedo nos dice qué es lo que tengo que superar.
El miedo es el reto que se nos pone enfrente. El valor no necesariamente tiene que ver con la ausencia del miedo. El miedo se tiene que sentir. Y es justo lo que se siente cuando te atreves a hacer algo imposible. Miedo. Es justo lo que debes de sentir cuando quiere hacer un cambio y es justo lo que debes de sentir cuando estás creciendo. El dolor del crecimiento y el dolor del cambio.
Recuerda que es súper importante en esta oración de la serenidad: valor para cambiar las cosas que sí puedo. Se requieren otros ingredientes que platicaremos más adelante, pero de entrada el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar es algo que depende de mí, yo lo genero y yo tengo la decisión y el poder para transformar.
Recuerda pensar, sentir y actuar siempre desde el amor.